Tocó a mi puerta una tarde con dos golpes suaves que pude reconocer en ese mismo instante. No tuve dudas de que era ella quien llamaba a mi puerta. Tenía que verla, tenía que saber como había estado todo ese tiempo aunque pude predecirlo rápidamente.
Siempre fiel, me esperaba con la calidez con la que había sabido esperarme desde tiempos memorables. Siempre, tras ella podía sentirse un aura inspiradora. Siempre fiel. Siempre arte. Siempre sería bien recibida.
Le cebe unos mates para que pudiéramos ir entrando en clima aunque me advirtió desde el principio que estaba un poco apurada, era lógico que no tuviera tiempo, un trabajo como el suyo debía ser tomado en serio y yo no quería retrasarla mas que lo suficiente.
Hablamos de los viejos tiempos y me hizo una recomendación sobre la música para poder entrar en clima, yo no estaba muy contenta sobre su elección. Me pareció una ridiculez la canción que había elegido y, fuera de mi critica, no tenía la sensación de que realmente cambiara algo de lo que podía sentir. No podía sentirme mejor. De todas maneras decidí darle el gusto asique le hice caso, como era costumbre.