4 de noviembre de 2012

Allá va, tratando de soltar mi mano para sentirse en libertad como si fuera un niño pequeño y rosado en una juguetería. Mi sueño, una total entelequía, intenta deshacerse(me) de mi mano. Procura soltarme hasta el punto en que ya casi no puedo sentirlo. Se propone escapar y yo lo contengo con todas mis fuerzas. Mi pequeño y único hijo, depositadas en él mis ansias de realizar todo lo propuesto: intenta zafarse, desea huir.
Comienzo a luchar contra su forcejeo y como es lógico es primero el pulgar, como no podía ser otro, el que comienza a flaquear y puedo sentir la incomodidad del agarre en mi mano.
Tiro del brazo de aquello que amo y anhelo seguir teniendo a mi lado y solo consigo que mi dedo indice, como una pistola que se dispara, desista rápidamente ante el ímpetu de su pequeña, frágil manito y se vuelva cada vez mas dificultosa su retención..
Ambos aún tiramos para lados opuestos. Entre gritos y zarandeos trato de pedirle paciencia, que me conceda un poco mas de tiempo, pero es tarde y ya mi dedo homónimo, el limite entre mis expectativas y la realida, cede -puedo percibirlo aminorando su potencia entre el sudor de mi mano y la suya- Me aferro a él con todas mis energías y sin embargo advierto que algo no anda bien en mi plan, que solo retrasoacelero el proceso. El corazón de mi mano, el equilibrio en mi vida, mis restos de fuerza, se quiere soltar, se desliza, se va, queda justo en el limite. Mi dedo medio justo en la punta. Sin ese dedo todo esta perdido...  Deposito todas mis energías en esto.
Es ahora o nunca ...