19 de mayo de 2014

Gua gua.

Por donde empezar esta historia...
Será tedioso si recito el ya conocido cuento de que mi vieja nos fajaba de chicas o que mi viejo se fue de casa porque no se lo bancaba más ... Quizá sea más bien pertinente que cuente a partir de la primera vez que le levante la mano y recordé mi promesa de chica ("cuando seas más débil que yo, te voy a pegar antes de que me toques").
Podría comenzar -por qué no- con un clásico:
"Había una vez una madre que no quería más a sus hijas por lo cual un día se tomó el palo y se fue. Pero un día un padre un poco más responsable y sordo la obligó a volver a su hogar con promesas de dinero y seguridad financiera a largo plazo. Pero a cambio debían pagar un precio... Siempre un viento resoplaría en el disfuncional hogar recitando las ya conocidas palabras 'Yo no debía de volver, otra no os quedo'".
Es un mucho para un desvelo. Deberíamos de obviar mejor las historias de abandono fraterno: Los hermanos sean unidos, porque ésa es la ley primera, tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos pelean, los devoran los tumores mamarios de afuera.

- Work ! You fucking slave
- Yes, madame, like you say.

Basta bebés de llorar antes de tiempo.
Por favor, quiero dormir.