27 de mayo de 2012

Compañera de cuarto

Me desperté y al ver que mi compañera de cuarto no se había levantado, decidí que era un buen momento para estudiar, ya que, una vez que se despertaran todas iban a hacer de esa tarea una cosa imposible. Leí un módulo entero, me cambié y salí en su encuentro, esperando que me desayunaran con el tradicional mate de todos los días calentito en la mesa. Mis expectativas me fallaron y en su lugar te encontré a vos, usando mi remera, la que sabes que me molesta que agarren (quizás porque en el fondo significa más para mi de lo que ustedes puedan imaginar) y no pude evitarlo, te grite, te trate mal y como respuesta solo obtuve un suspiro al unisono.
Llamé por teléfono a una amiga para ver que tan rápido podía sacarme de esta casa en la que tenia que verles la cara. Casi como si estuviera todo programado, se levanto mi compañera de cuarto buscando algo que creía que yo me había robado (haciendo justicia como si fuera la Robin Hood del hogar). Nunca me sentí mas feliz. Estaba buscando algo que yo ni siquiera sabia que existía, algo con lo que no podía ayudarla aunque quisiera (ella sabe que siempre que se pone mal le doy lo que sea que quiera y después termino por sentirme mal, débil y estúpida), pero ahora no iba a ser así, no podía hacer  nada más que disfrutar de la broma que el karma había preparado para ella y para mi. No podía hacer mas que darle un "gracias" muy bajito mientras lo veía sonreír desde la esquina del pasillo (donde mi compañera me espiaba para ver si yo la tenia cerca, puesta o algo por el estilo) y me guiñaba un ojo compinche. Los gritos se intensificaron una vez que descubrió que si tenia algo que necesitaba y ahí fue donde empezaron las amenazas. Como siempre estuve a punto de ceder antes sus peticiones, pero a tiempo pude percibir que algo había cambiado en el ambiente. Nadie intervino en su favor, maltrato a todos los que estaban presenciando nuestra escena y yo no me sentí mal por lo que estaba aconteciendo, razón por la cual decidí no ayudarla y se fue como vino, con pena y sin gloria. Se lo merecía, quizás no fue la mejor manera, pero se lo merecía. Cada lagrima, cada grito, la sensación de impotencia, de bronca, de traición. Se merecía eso y mas.

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